
Lo triste de recordarte es que cada día eres más eso, un recuerdo, un momento perdido en el espacio, algo tan intangible y ambiguo como el actuar diario.
Cuando el clima es agradable, suena la guitarra y mis neuronas se van de vacaciones, viene esa sonrisa cómo un destello de un pasado fugaz e intenso a mi memoria, sin carros alegóricos ni jolgorio.
Otras veces sólo un cúmulo de sin sabores y silencios acompañados de mala onda y palabras rancias, dichas al aire.
Recuerdo un beso furtivo sin plan, unos cuántos vasos vacíos y una melodía de fondo en alguna butaca del tiempo.
Recuerdo la risa fingida, el abrazo obligado y los gemidos rebotando entre el alto techo y la alfombra vieja.
Recuerdo el pelo desaliñado, las manos nerviosas y ansiosas deseando que el cerebro se apagara al instante
Recuerdo silencios, ausencias y hasta desprecios. Lo bueno de recordarte es que sé, que sólo eres y serás un recuerdo. Una memoria que se hace de algo pasado o que ya se habló.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario