En la misma habitación dónde fuimos uno alguna vez, lo decidí; me costo unas horas, unos días, unas semanas.
Analicé todas y cada una de las palabras que debía usar para qué entendieras que de verdad no quería, pero debía.
No encontré el momento de hablarlo, no tuve la oportunidad, tu diste el primer paso la distancia… lo siguió mi silencio.
A mi, sinceramente, no me gustan los finales, pero tu… ni siquiera los conoces. Tu o yo y sí, fui egoísta por primera vez me elegí a mi misma. Aún seguía sin salir ese ¡Adiós!, así que sólo sequé mis lagrimas, elimine tus recuerdos uno a uno, lenta dolorosamente, casi rozando en el masoquismo.
No te dije adiós, estaba sobrando como todas esas emociones que nacieron con un par de lentes y que ahora asesina el tiempo.
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