Dicen que cada persona es un mundo… pues yo creo que con eso quedamos
cortos, cada ser humano es un universo en sí mismo. Tanto el universo como
nosotros nos componemos de átomos y desde un punto metafórico poseemos materia
y energía oscura.
El universo se compone de sistema solar, galaxias, estrellas, planetas,
satélites, asteroides y cometas, sin olvidar a los meteoritos qué, por pequeños
que sean, cuentan.
El día a día, cualquiera sea tu vida y rutina, es un sistema solar
completo con diferentes astros y cuerpo celestes girando, rotando y en ocasiones
hasta colisionando con tu inmensidad.
Primero tenemos un sistema solar, conformado de ocho planetas, fijos que
sabemos que en catástrofes y desastres estarán ahí, también estrellas que
llegan a alumbrar la noche, y todo al menos un par de satélites que nos ayudan
a comunicarnos y fruir en el sistema.
En cada ciclo, se cruzan asteroides que te desvían de la ruta, con los
años aprendes a esquivarlos con gracia, se suelen admirar cometas que te
deslumbran con sus colas brillantes cuando aparecen cada tantos años.
No olvidemos, los meteoritos, problemas o incluso personas, son aquellos
que te chocan y remueven, aquellos que se inmiscuyeron en tu orbita sin previo
aviso, algunos se esquivan otros no.
Si nos detenemos al final del día a ver que entre todas estas
complejidades y factores que nos definen, agobian y hacen felices día a día,
podemos analizar, qué fue lo que hicimos mal, qué toleramos o que no
toleraremos más, qué decimos, qué callamos, y los sin números de por qué s
diarios. Podemos decidir como fluirá nuestro universo, pero no olvidemos.
Todos somos un universo y no sólo estamos en constante cambio, desconocemos
el infinito universo del otro.
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