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martes, enero 05, 2010

El conde Vrolok y mi lunes


Escribo mirando vampiros succionadores de sangre, asesinos, sensuales, eróticos y morbosos, mientras plasmo lo último que deja mi inspiración, o lo que puede solventar el bolsillo, pienso en ti y pienso en él, ese nuevo que llega a invadir mi memoria y mis horas, justo como caído del cielo, cuando me siento triste, me siento sola, y lo necesito.

Vuelvo a esas criaturas sedientas de sangre y tan peligrosamente extasiante, me intrigan, me gustan y también me asustan.

Mientras pienso en lo que dice mi horóscopo y lo que me dice la vida, dos consejeros que se empecinan en contradecirse cuando de mi se trata.

Santiago es el típico que llama mi atención, con cara de niño bueno, mirada de perro abandonado, deseos pervertidos, manipulador, y sumamente irresistible.

Desde la primera vez que lo vi llamo mi atención, lo típico… la historia triste, el humor rápido, la valentía aparente, la gracia y la inteligencia abrumadora, ese es Santiago, el vampiro recién llegado al Santa Bárbara. Por esas cosas de la vida, tiene un aire a él.

Esa extraña perversión por su madre, me lleva a pensar que es solo una representación más de lo que la realidad nacional nos entrega, la mujer mayor con el cabrito chico, cosas que pasan, al parecer mientras más viejos se ponen los hombres más fomes.



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